Páginas / Web-orrialdeak

jueves, 17 de febrero de 2011

A. Vilches y D. Gil: Una situación de emergencia planetaria, a la que debemos y «podemos» hacer frente

Kamouraska (Quebec)

Una situación de emergencia planetaria, a la que debemos y «podemos» hacer frente. Amparo Vilches y Daniel Gil Pérez.


Nuestro primer propósito es sintetizar las razones que han llevado a la comunidad científica a sostener que estamos viviendo una situación de emergencia planetaria, frente a la que es preciso y todavía posible reaccionar para sentar las bases de un futuro sostenible. Nos referiremos así a un conjunto de problemas, estrechamente vinculados y que se potencian mutuamente, como una contaminación pluriforme y sin fronteras, la degradación de todos los ecosistemas terrestres, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento y destrucción de recursos fundamentales o la situación de pobreza extrema de miles de millones de seres humanos. 
Analizaremos seguidamente sus causas, relacionadas con la apuesta por un crecimiento guiado por una búsqueda de beneficios particulares a corto plazo, que ha ignorado los límites del planeta y ha llegado a extralimitarlos. En el marco de las medidas que pueden adoptarse para poner fin al proceso de degradación, intentaremos sacar a la luz y debatir los obstáculos que están impidiendo a la ciudadanía y a sus responsables políticos, implicarse seriamente en la tarea vital de construir un futuro sostenible: desde la consideración infundada (pero muy difundida) de que los actuales procesos de degradación son naturales y que la acción humana es irrelevante, hasta dar por sentado que dichos procesos son lineales y, por tanto, lentos y controlables, permitiendo nuestra adaptación a los mismos.
Terminaremos haciendo referencia a la necesidad de una [r]evolución para la sostenibilidad, que une los conceptos de revolución y evolución: revolución para señalar la necesidad de cambios profundos en nuestras formas de vida y organización social; evolución para puntualizar que no se pueden esperar tales cambios como fruto de una acción concreta, más o menos acotada en el tiempo, sino que se precisa un movimiento universal de implicación ciudadana que toda la educación –formal y no reglada– debe potenciar.


Tomado de Revista de Educación, número extraordinario 2009: http://www.revistaeducacion.mec.es/re2009/re2009_05.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario